jueves, 23 de febrero de 2012

¿Por cuál puerta entrarás?
¿Qué camino estás andando?

Mateo 7. 13-14 NTV
»Sólo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno[f] es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son sólo unos pocos los que alguna vez lo encuentran.

Introducción:
¡Hay toda una doctrina de las puertas en el pueblo evangélico! Escuchamos a muchas personas decir: “Dios abre puertas que nadie puede cerrar, y cierra puertas que nadie puede abrir”. El hecho es que estamos muy familiarizados con la idea de las puertas. Sabemos que las puertas representan los lugares a los que queremos entrar. Una vez alguien dijo que “cuando una puerta se cierra, es porque pronto otra será abierta”.

Lectura del pasaje.
Con estas palabras nuestro Señor Jesús nos está indicando que en la vida sólo tenemos dos opciones para elegir. En verdad todas las personas tienen esa opción (dada por Dios) de entrar por la puerta que representa el camino que quieren seguir.

I- La puerta ancha que representa el camino de perdición.
»Sólo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno[f] es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. Vs. 13

Por un lado está la puerta ancha, aquella que representa el camino más recorrido y más elegido; el que la mayoría escoge para caminar. Al parecer, es un camino fácil de andar, espacioso, llano, sin obstáculos y sin dificultades para caminar por él.

Ahora bien, a pesar de todas estas características, que no son malas en si mismas, éste camino conduce a un lugar horripilante, un lugar de dolor, de angustia, de quebrantamiento y de ¡perdición eterna!

Muchas personas andan en la vida pensando que pueden y tienen la libertad y el derecho de hacer lo que ellos deseen, no importa si está bien o mal, no importa si esto afecta el bienestar y los intereses de más personas o no. Ésta clase de personas claramente evidencia que son hijos de
perdición, y han tomado la puerta ancha, están caminando por un camino fácil, pero es un camino que los llevará al sufrimiento eterno de sus almas. (Proverbios 14.11; Juan 3. 17-19; Apocalipsis 21. 8)

II- La puerta estrecha, que representa el camino de la vida eterna.
Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son sólo unos pocos los que alguna vez lo encuentran. Vs. 14

Por otro lado está la puerta estrecha, aquella que representa el camino de la vida eterna.Este camino, no es tan cómodo como el de la puerta ancha. Es un camino lleno de dificultades, donde se levantan tornados, tormentas de arena, huracanes y terremotos. Es un camino que tiene valles, precipicios, terreno rocoso, y etapas en las que sino fuera por la ayuda de Dios y de otras
personas, quienes lo transitan pudieran morir en su paso. Quienes toman este camino, deben morir día a día a su yo, dejar de hacer su propia voluntad pecaminosa, para hacer la santa voluntad de Dios.

Al contrario del camino que representa la puerta ancha, éste camino es transitado por pocas personas. Se caracteriza por personas que han sido elegidas desde antes de la fundación del mundo para andar por él. No se trata de cualquier tipo de persona, sino de un grupo elegido por el Padre, a quienes Él mismo ha capacitado para que puedan andar en él. Este camino, a pesar
de todas sus dificultades, es el camino de la vida eterna.
(Lucas 9. 23; Efesios 1.4-5; Juan 16. 33)

Algunas ideas que nos pueden servir como aplicación:

1- El hecho de que en éste pasaje se hable de que las personas eligen la puerta que representa el camino que ellos tomarán durante su estadía aquí en la tierra, no implica esto que en última instancia la salvación dependa de la elección o el rechazo que las personas puedan hacer.

Por la evidencia Bíblica, claramente sabemos que la salvación es de Dios y depende completa y totalmente de ÉL. Más bien, éste pasaje nos indica cuál será el estilo de vida de los que son salvos por Dios, y de los que no lo son.

Las personas que no son salvas, tomarán la puerta ancha y caminarán por el camino que toma la mayoría, un camino fácil, un camino que no les representa ninguna dificultad, porque sencillamente ellos harán lo más fácil que ellos pueden y saben hacer: pecar.

Las personas que son salvas por Dios, hacen todo lo contrario, ellos eligen caminar por el camino representado por la puerta estrecha, un camino que los reta a ellos a negarse ellos mismos, un camino que los lleva a no pecar, con la ayuda de Dios en sus vidas, como una evidencia palpable de que son y han sido salvos por Dios. (Salmo 3. 8; Jonás 2.9; Efesios 2. 8-10; 2 Timoteo 2.25; Filipenses 2. 13; Romanos 9.16)

2- A pesar de que en este texto se nos está hablando de cosas (obras) que determinan el destino del alma del individuo (elegir una de las dos puertas/caminos), no implica esto que la salvación depende de cosas que las personas hagan o puedan hacer.

Por la evidencia Bíblica, sabemos que los salvos obran como producto de su fe en Dios, motivados por el agradecimiento de la salvación derramada en ellos, y no para lograr ser salvos por sus obras, como piensan los hijos de perdición. (Efesios 2. 8.9; Romanos 3. 20; Gálatas 2. 16)


3- El hecho de que las personas son salvas por Gracia Divina, mediante Su elección, por el sacrificio de Cristo hecho en la cruz, no implica esto que nosotros los que ya hemos sido salvos no prediquemos el evangelio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Claramente la Palabra de Dios nos manda a predicar el evangelio motivados por la obediencia a Dios, ya que ÉL nos lo ordena, por amor a nuestro prójimo, deseando que ellos también sean salvos por Dios, y motivados para que el reino de Dios se extienda sobre la tierra y las tinieblas sean desplazadas por la Gracia de Dios derramada en todo lugar. (Mateo 28. 18-20; Romanos 13. 9-10; Hechos 1.8; 2 Pedro 3. 9)

¿Está tu vida reflejando que estas andando por camino de la vida eterna?

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Cuál debe ser nuestra actitud, de Juicio o de Perdón?
Ni yo te condeno;vete, y no peques más.
Juan 8. 1-11 RVR60

En este pasaje, vemos el caso de cómo los maestros de la ley le traen a nuestro Señor Jesús, a una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio.
El propósito de los religiosos era tenderle una trampa al Señor para que si éste fallara en algo, ellos tener de qué acusarle posteriormente. Su propósito no era hacerle un juicio objetivo a aquella mujer, sino más bien, acusarla, declarándola culpable y digna de muerte. A ellos no les interesó investigar los detalles de cómo aquel evento sucedió.

Ellos querían que Jesús de una manera directa, sin analizar todos los factores, declarara a aquella mujer culpable y digna de muerte.

El argumento que ellos usaron fue que en la Ley, Moisés mandó a apedrear a tales mujeres.

Si analizamos las Ordenanzas para la pureza sexual en Deuteronomio 22. 13-30, nos daremos cuenta de que: (1) una mujer sólo era digna de éste tipo de muerte, a menos de que al momento de casarse, ella no presentase las características de una mujer virgen (que la sábana no se ensucie de sangre). (2) que haya sido encontrara en el acto con un hombre, y en este caso, ambos, según la ley, debían morir apedreados. A menos de que ésta fuese virgen, comprometida, y haya sido violada en un campo. (3) De lo contrario, aun si fuese virgen y comprometida para casarse, si fuese violada en la ciudad y no grita por auxilio, tambien en éste caso hubiese sido culpable y digna de muerte por lapidación, junto con el violador.

En este caso no se nos especifica cuáles fueron las condiciones en las que ésta mujer se encontraba para cometer adulterio, lo cierto es que el hombre con quien ella pecó, era tan culpable como ella, y también debía de ser apedreado hasta morir.

Por estas evidencias concluimos que estos religiosos estaban haciendo mal uso de la justicia, cometiendo una gran injusticia.

No sabemos porqué ellos no llevaron al hombre con quien esta mujer cometió el adulterio, pero inferimos que ellos querían ocultar su procedencia, pretendiendo así, hacer juicio con parcialidad.

Nuestro Señor, al ser Dios, Todo sabio, no se valió de muchos argumentos, ni hizo una investigación exhausta para hacer buen juicio.

Él sólo uso el argumento: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella". Este argumento fue suficiente para que todos los que acusaban a aquella mujer por su pecado, se marcharan de aquel lugar sin decir una sola palabra.


Algunas ideas que pueden servirnos como aplicación.

1- Se contraponen dos actitudes: la de juicio, representada por los religiosos; y la de perdón, representada por el Señor Jesús.

Nosotros somos imitadores de Cristo, de manera que la actitud de perdón es la que debe reinar en nosotros. Somos muy dados enjuiciar a las personas por los prejuicios que reinan en nuestras mentes y por las experiencias que hemos tenido, pero, la actitud que debe reinar en
nosotros es la de perdón y no la de juicio.

2- Salta a nuestra vista la mala acción de hacer juicio a priori, antes de analizar todos los factores para llegar a la raíz del asunto.

También somos dados a hacer juicio a priori, sin antes ir al corazón del asunto para
llegar a conclusiones que nos lleven a hacer la mayor justicia posible.

3- Estar dispuestos a perdonar aunque el otro no muestre arrepentimiento. Esta mujer no confesó su pecado, ni el pasaje nos revela ninguna muestra o actitud de arrepentimiento, y aun así nuestro Señor perdonó su pecado. Jesús, siendo Dios, no le tomó en cuenta su pecado, sino que la perdonó. Aquí vemos manifiesta la gracia de Dios, quien, siendo Santo y Justo, perdona a los pecadores, no dándole el castigo que merecen sus iniquidades.
¡Ay de nosotros si Dios nos pagara conforme a nuestros pecados!; que bueno es que Dios, en Su soberana, eterna y amorosa gracia, nos perdona aun cuando no confesamos ni nos arrepentimos de nuestros pecados.

¡Que la actitud sea pronta para personar, y tarda para juzgar!