martes, 10 de agosto de 2010

Heridas que sanar

Hay personas que son demasiado susceptibles, que se ofenden por cosas que no tienen relevancia. Personas que no han madurado lo suficiente como para sencillamente dejar pasar por alto las superfluidades que se les ocurren a los demás. (Hay que destacar que también hay personas que se pasan con ciertos comentarios y relajos.)

Particularmente, entiendo que el relajo es el medio empleado por algunos cobardes para comentar lo que quieren decirle a otra persona y que no se atreverían a decírselo en serio, cara a
cara, porque les falta valentía y determinación para decírselo de frente.

Hay quienes son cirujanos sin haberlo estudiado. Personas que son expertas haciendo surcos en el alma, corazón y mente. Que viven causándole dolor y sufrimiento a los demás, sin contemplación.
Monstruos disfrazados de humanos, que habitan en tinieblas donde sólo reina la mandad.

Hay otros que se auto-laceran con el bisturí de las acciones y comentarios de otros, es decir, se hacen daño ellos mismos a ellos mismos con las lanzas de otros. (Hay que agregar que muchas personas, una vez son operadas por los ya mencionados cirujanos, se sumergen el las profundas aguas de la auto-conmiseración, de la melancolía, del odio, del resentimiento; del desamor y nunca tocan fondo. Reviven todos los días lo que hace tiempo debió estar enterrado en el olvido. Se vuelven adictos al placer que le causa el dolor del sufrimiento. Es lo que me hace reflexionar y concluir que las personas pueden llegar a convertirse en masoquistas.)

¿Cuál es la solución que planteo?

Primero, que no le demos importancia a las palabras dañinas pronunciadas por otras personas. Que las ignoremos haciendo caso omiso a ellas, no importa si son ofencivas a nosotros, dignas de vengar; Dios nos anima a dejarle eso a él. (Aquí también añado que quien te ha hecho daño no es digno ni de tus lágrimas, ni de tu dolor; ni de tu sufrimiento.)

Segundo, que si son acciones maltratantes físicamente, en primer lugar, que le perdonemos y que no le guardemos rencor. Se hayan arrepentido o no, nos hayan pedido perdón o no; pues el perdón es una actitud que brota desde el corazón, y se refleja en todo nuestro ser, producto de una decisión anticipada. De manera que el perdón es una decisión que toma el ofendido, independientemente del ofensor. En segundo lugar, que busquemos la manera más inmediata de alejarnos de esa persona que nos hace daño físicamente. Que no le demos la oportunidad de volvernos a hacer daño.

En fin, las heridas se sanan, primero perdonando, segundo olvidando. (Aquí añado mi ultima reflexión: el olvido es el resultado de dejar pasar el tiempo y de involucrarnos en nuevas cosas, pues si sólo dejamos pasar el tiempo sin nuevas experiencias, no habremos olvidado, mas sí prolongado el recuerdo.)

2 comentarios:

estefania dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Estefania.Fernandez♥ dijo...

Hermosa.Me Encanto.

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