La colina se percibe radiante. Los niños juegan libremente por el campo, mientras el sol se va acostando lentamente; casi imperceptible. Se respira aire puro que brota desde en medio de toda la capa vegetal. Del raudal fluye agua pura, apta para consumo humano. Pero del otro lado de la montaña se va acercando un ejército voraz. Se puede sentir, perturbando el silencio con sus enormes pasos.
Que estemos disfrutando de cierta paz no significa que no estamos en guerra. No tiene que ver con que nuestra actitud sea pacífica y que promueva la unión y la ecuanimidad.
No importa cuán bien la estemos pasando, ni siquiera si estamos disfrutando el bienestar o no.
Recordemos que nuestra lucha no es contra sangre ni carne. Nuestra lucha es espiritual; intangible ´1.
Nuestro principal enemigo somos nosotros mismos, pues poseemos dos naturalezas encontradas. Poseemos al viejo hombre, viciado en los deseos pecaminosos; y poseemos al nuevo hombre, que es según Dios ´2.
Nuestro segundo enemigo está al asecho. Él no se distrae, ni toma vacaciones. Él anda como león rugiente buscando a quién devorar ´3.
Nuestro tercer enemigo, es el mundo, el cual ejerce una influencia en nuestras vidas contraria a Dios ´4 .
Por éstas razones debemos velar y orar para que no entremos en tentación´5 .
Porque el que esté firme, mire que no caiga ´6.
Nota: (Esta reflexión está basada en un sermón predicado por el pastor Otto Sanchez)
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1- Efesios 6:12
2- Romanos 7:18-24
3- Pedro 5:8
4- Romanos 12 2a
5- Marcos 14:38
6- I Corintios 10:12
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